Si todos los seres humanos procuramos lo mejor en todo: valores, virtudes, sabiduría, bienestar, salud, seguridad, bienes, amistades, gobiernos, arte, ecología, tecnología, etc. tendríamos un mundo más humano, más amigable, más funcional, más avanzado, más maravilloso, más justo, más perfecto. Para lograr lo anterior todos los humanos deberíamos siempre buscar:

Lo más útil

Lo más interesante

Lo más necesario

Lo más nuevo

Lo más conveniente

Lo más bueno

En la vida hay muchos bienes y también hay muchas carencias.

En el mundo hay gente que posee muchos bienes y hay otra gente que casi no tiene nada, sino muchas carencias.

Además, los bienes tienen grados: unos bienes son mejores que otros, unos son más finos, otros más buenos, más modernos, etc., en cambio hay otros bienes más corrientes, más feos, más malos.

Los seres humanos somos todos iguales en facultades, en derechos, en posibilidades, en libertad, en ambición, en deseos, en inteligencia, etc. aunque no somos iguales en color, en estatura, en historial del pasado, en educación, en dinero, en aspecto físico, etc., características éstas últimas que no son fundamentales para ser felices, que es lo básico del ser humano.

Erróneamente muchas veces se piensa que las anteriores variables dan la felicidad, lo que es totalmente falso, porque la felicidad la construye cada uno de nosotros con formación de valores y virtudes que nos ayudan a lograr todo en la vida, incluidos los bienes materiales y la paz con Dios.

Los que creemos en Cristo seguimos su mandado que nos ordena: Buscad primero el reino de Dios y su justicia, que todo lo demás se os dará por añadidura. Si yo ayudo a todos y todos me ayudan a mí, entonces no hay mejor solución a todos nuestros problemas que esa enorme fuerza de todos ayudándonos a todos.

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